La cultura japonesa es algo que me fascina y que no deja de sorprenderme, supongo que, básicamente, por lo distinta que es de la nuestra en todos los sentidos. Japón es un país que siempre he deseado visitar y, últimamente no paro de leer sobre él… preparándome para nuestro futuro viaje de novios.
Como no podía ser de otra forma, una de las cosas que más me llama la atención de los japoneses es su peculiar sentido de la moda.
Sabemos que a los japoneses les gustan las marcas (y el trato especial que suelen recibir en las boutiques más selectas de todo el mundo), sobre todo las europeas, todos las llevan sin importar la condición social. (Creo que seré la única en Tokio que no tenga un Louis Vuitton) Y, lo más importante, siempre son auténticas. Dicen que allí el fake no existe (ver para creer, ya lo comprobaré cuando vaya) y que está muy mal visto socialmente. Incluso, en guías de viaje (como en la famosa Guía Azul de Ediciones Gaesa), te recomiendan que no lleves nada falso ni de imitación que viole la ley de propiedad intelectual marcas al pasar por la aduana. (Ellos sí que saben).
Por lo que he podido aprender hasta ahora, para los japoneses ir de compras es una actividad relajante (sí, sé que para más de uno por aquí también) y la mayoría gastan sus sueldos en disfrutar de ellas.
Pero la cultura consumista no termina aquí, con ella conviven, sin desentonar, la tradicional y la de distintas tribus urbanas llenas de color. Hay chicas que, a pesar de su edad, deciden vestir y actuar de modo infantil, o como muñecas, son las llamadas Kawaii.
A estas chicas se les suele definir como “kawaii”, que viene ser un adjetivo como en el inglés “cute”, por su aspecto y pose infantil, pero su tribu sería la de las “Lolitas”. Siento la posible confusión
Por lo que he podido comprobar, las hay más o menos exageradas…
(Me temo que no, no es Carnaval).
Por otra parte están las Ganguro, que deciden broncear su piel de moreno hasta el espanto y teñirse de rubias para parecer barbies…
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